Los nuevos migrantes
Francisco Arzave
Expertos, activistas y religiosos coinciden en que no hay ser humano más vulnerable que el migrante.
La llegada de miles de ciudadanos africanos, haitianos, paquistaníes y de una veintena de países más a Tijuana nos recuerda lo cierto de esa afirmación, porque antes que otra cosa, la mayoría de nosotros también somos migrantes en tierra ajena, sabemos lo que es eso y por lo tanto tenemos la responsabilidad moral de velar por los derechos de quienes llegan aquí.
A diferencia de los que arriban de países de centroamérica, los nuevos migrantes llegados de otros continentes sufren además la barrera del idioma y la cultura. Ciertamente vienen en busca de asilo en Estados Unidos pero el drama es el mismo y la falta de recursos para atenderlos ya hizo crisis.
Una mujer haitiana quien tenía cinco días de haber llegado a Tijuana perdió a su bebé debido a complicaciones en su embarazo. Le declararon muerte fetal. Las autoridades no revelaron ni la condición médica de la madre ni las causas de la muerte del bebé. Otra chica embarazada de la misma nacionalidad fue atendida en el mismo hospital aunque de acuerdo a las mismas autoridades no tuvo que ser hospitalizada.
El primer caso ya es investigado por parte de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
La policía ya ha arrestado a algunos migrantes africanos por faltas al bando de policía y buen gobierno. Los abusos de todo tipo contra estos migrantes ya se comienzan a dar y es necesario estar alerta para evitar que lleguen a mayores.
Ciertamente los nuevos migrantes vienen en busca de asilo en Estados Unidos pero el drama es el mismo. En días pasados vimos como más de mil desesperados migrantes abarrotaron el modulo del Instituto Nacional de Migración ubicado en el desayunador del Padre Chava para exigir que se les diera una ficha para una futura entrevista con autoridades de la unión americana.
Indiferente a esta crisis humanitaria el gobierno de Estados Unidos se toma su tiempo para analizar las solicitudes y rechaza a la gran mayoría. Esta situación da pie a que un gran número de oportunistas, desde las redes internacionales de tráfico de personas, autoridades de los tres niveles y hasta taxistas abusen de los migrantes que han tardado, en muchas casos hasta un año en llegar a esta frontera sufriendo todo tipo de vejaciones sobre todo las mujeres.
A pesar de la buena voluntad y el compromiso de algunos albergues dedicados a auxiliar a los migrantes y la actuación del Dif Tijuana, el gran número de personas rebasa cualquier capacidad de respuesta y curiosamente, aunque existen consejos interinstitucionales y departamentos especializados en la atención al migrante, no han encontrado la fórmula para aliviar la situación que hizo crisis desde los primeros días y tiende a agudizarse.
De continuar esta situación, muy probablemente usted se encuentre en la calle a alguno de estos nuevos migrantes y no nos queda más que tenderles la mano desinteresadamente. Los tijuanenses lo hacen con los migrantes domésticos y en esta ocasión no debe ser la excepción.
Los nuevos migrantes nos regalan la posibilidad de conocer cómo viven en otros lugares del mundo, reflexionar sobre las diferencias y coincidencias y aprender de ellos.
Históricamente Tijuana siempre ha sido una ciudad de paso y por ello no debemos asustarnos por la llegada de ciudadanos del todo el mundo. Recuerde que nadie abandona su pueblo por gusto. Hasta la próxima.