Vergüenza

Francisco Arzave

Los que pasa en Playas de Tijuana es una vergüenza.

La sola presencia de los migrantes centroamericanos indignó a un sector de los residentes de clase media-alta quienes se enfrentaron con los recién llegados.

Sin haber algún delito de por medio cometido por los migrantes, los vecinos argumentaron  motivos de seguridad para la comunidad. De entrada los etiquetaron como delincuentes, drogadictos, violadores y rateros.

Un grupo de inconformes se presentó ante las autoridades delegacionales para exigir que retirara a los migrantes de su fraccionamiento, y no conformes con ello retaron a los centroamericanos en su campamento instalado en el área del faro junto al cerco fronterizo con Estados Unidos.

Es una vergüenza que una comunidad como la de Playas haya reaccionado de esa forma, cayendo en la agenda de personas como Aarón Pallares, presidente del partido “Transformemos”, de ideología conservadora y religiosa y otros que sólo buscan llevar agua a su molino.

Es también una vergüenza que los coordinadores de la caravana expongan a familias completas a los riesgos de dormir a la intemperie sin las condiciones de higiene y seguridad necesarias, como precio para lograr el “sueño americano”.

Es igualmente una vergüenza la lenta y tibia respuesta de las autoridades para poner orden. Hasta el mediodía de este miércoles no se habían presentado en el campamento de los centroamericanos.

Como uno más y sin propuesta, el regidor de Bebidas Alcohólicas Seguridad Pública Municipal Luis Pérez Saucedo se presentó  “a ver cómo estaba la cosa” y se retiró.

Hasta la noche las autoridades anunciaron la habilitación de un espacio para los migrantes, ya cuando la histeria vecinal estaba en su apogeo.

¡Cuidado!

No debemos de perder de vista que estamos ante una crisis humanitaria, frente a la internacionalización de la pobreza, ante un drama profundamente humano que requiere de la comprensión, solidaridad y tolerancia que siempre han distinguido a los tijuanenses.